viernes, 12 de junio de 2009

Un viejo abril remontó la brisa en el puerto del atardecer,
del pie cerril desde un ascensor de gaviotas que sobre olas fue directo a él,
conmigo en él.

Y un cielo añil dibujó la viña que vio nacer el verano en él,
de un mar sin fin, de un enero eterno y un sol tan cruel
que nos pierde entre las callecitas del anhelo por volver a ver...
La ciudad de luces sobre cuestas hasta el mar de la poesía al protestar.


Eres el paraíso al sur de América que hallé.
Cerrá tus ojos que sobra lugar en Idilia para los dos.


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